Cada vez resulta más evidente que uno de los más grandes problemas de la humanidad (si no el que más) fue el permitir que la religión trascendiese el ámbito educativo y moralizador para pasar a ser un método de manipulación y posteriormente integrarse con el sistema de gobierno, en lugar de haber quedado relegada a un entorno íntimo y privado cuando los distintos grupos humanos se enfrentaron a la evidencia de que cada uno de ellos tenía unos "dioses" propios.
Como consecuencia de esto, la humanidad dejó pasar la oportunidad de disfrutar de una convivencia pacífica y tolerante, en la que cada cual creyese lo que considerase oportuno sin preocuparse de lo que crea el de al lado.
Desde el momento en que los chamanes se dan cuenta de que además de contar historias creacionistas, dar explicación a los fenómenos naturales que les rodean y establecer unas normas básicas de convivencia e higiene, podían manipular a su pueblo con la consabida excusa de "dios lo quiere", a lo largo de la historia han sido parte de las distintas formas de gobierno de ese pueblo, ya sea como herramienta del gobernante o como el propio gobernante.
Si a esto añadimos la naturaleza intransigente e intolerante de la religión, "mi dios es el verdadero y el tuyo no", tenemos la excusa perfecta para que cuando el gobernante de un pueblo quiere hacerse con los recursos del pueblo de al lado se pueda iniciar con facilidad un movimiento de odio hacia ese otro pueblo que hará que haya mucha más predisposición a iniciar una guerra contra el "infiel".
Ilustremos esto con colores.
Supongamos que uno de los preceptos de Yahvé es que sus seguidores pinten sus casas de color turquesa. Viven en una amplia y bonita región dividida por un río.
Al cabo de un tiempo llegan unos invasores cuyo dios principal, Júpiter, les tiene dicho que pinten sus casas de blanco, pero permiten a los que quieran que continúen con el color turquesa de sus viviendas.
A algunos de los seguidores de Yahvé no les parece bien que estos recién llegados rompan de ese modo la estética del lugar, pero sus gobernantes lo consideran un mal menor ya que realmente están obteniendo beneficio. Esto hace que, debido al descontento, inventen un nuevo mesías, Cristo, quien interpreta que donde en las escrituras sagradas pone turquesa, en realidad quiere decir azul. Después de todo es más o menos lo mismo, ¿no?. Por lo tanto, los fieles de Cristo pintan sus casas de color azul y se hacen con el gobierno. Poco a poco las casas de los invasores van cambiando de color pasando del blanco al azul e incluso algunas casas turquesa también cambian de color.
Finalmente, no quedan casas de color blanco y las casas turquesa, que ya son minoría, están repartidas por toda la región en grupitos aquí y allá.
Pasa el tiempo y surge el descontento de los habitantes de la región al sur del río, ya que ven que a los del norte les va bastante mejor, así que se independizan. Uno de ellos se proclama profeta y determina que lo que pone en las sagradas escrituras no es azul, sino verde, que también es un poco como el turquesa, ¿verdad?. Así que Mahoma, que así se llama el profeta y ahora a Yahvé le llama Alá, convence a sus vecinos de que pinten sus casas de color verde. Rápidamente el sur de la región cambia el color de su paisaje al verde, quedando aún esos reducidos grupitos de color turquesa.
Cada vez que hay dificultades en cualquiera de las orillas del río, lógicamente se culpa a aquellos cuya casa es de otro color, aunque los seguidores de Yahvé suelen salir del paso diciendo que habrá sido el sol, que ha descolorido la pintura mientras siguen haciendo negocio a costa de sus vecinos, que eso se les da bastante bien, y de paso van minando la economía de ambos gobiernos ya que tienen la esperanza de volver a ser una única región turquesa. De hecho, incluso reciben una pequeña porción de terreno a cambio de favores y constituyen su propio sistema de gobierno, según el cual, por supuesto, todos los males del mundo provienen de aquellos que no pintan su casa de color turquesa.
El odio entre estos grupos es alentado por sus dirigentes de forma que siempre tienen dispuesta a la población para un eventual ataque al vecino en caso de desear controlar alguno de sus recursos. Y así hasta hoy.
¿Y el amor al prójimo y la convivencia y...? Bueno, depende ¿De qué color es su casa?





